"El fin de tener una mente abierta, como el de una boca abierta, es llenarla con algo valioso".- Gilbert Keith Chesterton

Guerra Sucia

Por Elizabeth Cateriano

La historia se sitúa en el pequeño y casi olvidado pueblo ayacuchano de Chuspi, lugar devastado por las acciones de Sendero Luminoso. Un grupo de militares es enviado allí para tomar el control del pueblo y hacerle frente al terrorismo, el problema es que no cuentan con una estrategia establecida y una debida preparación: es como si los hubieran dejado ahí con un puñado de órdenes, pero ya era su problema cómo se la iban a arreglar frente a las dificultades que se les presentarán. Uno tiene la idea de que los militares reestablecerán el orden siempre respetando lo impuesto por la ley, o de que son hombres a quienes no se les permite que las emociones se apoderen de su mente. Sin embargo, esta película evidencia otra cosa, muy distinta.

“La Boca del Lobo”, nos muestra la manera en que las fuerzas militares vivieron el desarrollo de la denominada “Guerra Sucia” durante los años del terrorismo. Lo interesante en este contexto es ver cómo una especie de paranoia, traducida en frustración, se va apoderando de los soldados y el Teniente Roca a cargo, a medida que pasa el tiempo y no logran un avance significativo en lo que respecta a la captura de algún terrorista, a pesar de ser constantemente atacados por ellos. Sendero aparece con un enemigo casi invisible, para los soldados y para los espectadores también, ya que nunca vemos el enfrentamiento como tal, pero sí somos testigos de las consecuencias psicológicas que esta situación trae consigo para los militares.

Por otro lado, también está la situación de los pobladores de Chuspi, quienes no saben si confiar en los terroristas o en los militares, ya que son víctimas de abuso por parte de ambos bandos: los terroristas los amenazan con matarlos por soplones y los militares les roban sus animales. Sin embargo, nada se compara con la decisión del ya atormentado Teniente Roca, a quien todo se le va de las manos y no es capaz de pensar antes de actuar, de matar a los “sospechosos de terroristas”, que resulta siendo la mitad del pueblo. Esto ocurre porque el teniente confía ciegamente en dos de sus soldados, siendo conciente de que uno de ellos ya se había mostrado como alguien de no confiar, quienes afirman han sido atacados por miembros de Sendero en una fiesta que se realizaba en pueblo, lo cual no es del todo verdad.

Esta “Guerra Sucia” termina por embarrar a todos, por cegarlos completamente al punto de que el miedo, la frustración y la violencia tomen el control. Uno de los soldados, Vitin Luna, decide no obedecer esa terrible orden y apartarse de esa situación dejando de lado su intención de tener una carrera militar admirable, quiere dejar ese infierno en donde fue a parar, ese pueblo de locos. La Boca del Lobo nos deja con ese sabor amargo que representa el actuar de las fuerzas militares en la lucha contra el terrorismo y nos invita a reflexionar sobre la pésima manera en que el Estado abordo este tema en sus inicios.
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